
1. El fundamento de la fe en la resurrección y sus tres etapas según 1 Corintios 15
El pastor David Jang, con motivo de la Pascua, ha subrayado en varias ocasiones la importancia de 1 Corintios 15 para ayudar a los creyentes a comprender con exactitud y aferrarse firmemente al fundamento de la fe en la resurrección. En concreto, explica que el apóstol Pablo describe en este capítulo tres etapas muy claras acerca de qué es la "resurrección" y cuál es su significado para los creyentes.
Primera etapa: "La resurrección del Señor, la resurrección de Cristo" en sí misma.
Pablo declara en 1 Corintios 15:1-11 que la resurrección del Señor se cumplió conforme a las Escrituras. Testifica con firmeza que Jesús murió conforme a las Escrituras y resucitó conforme a las Escrituras, resaltando que hubo muchos testigos de esa resurrección. Se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, y de ellos muchos aún vivían en esa época, lo cual atestigua que no fueron pocos quienes lo vieron con sus propios ojos. Asimismo, menciona que se apareció al apóstol Pedro (Cefas), a los doce (en realidad, once tras la ascensión de Jesús y la ausencia de Judas Iscariote), a su hermano Jacobo y también al mismo Pablo. Este testimonio concreto fue la base absoluta para que la Iglesia estuviera convencida de la resurrección del Señor.
El pastor David Jang pregunta: "¿Cómo podemos entender y anunciar la resurrección?" Su respuesta es que "Pablo la ha explicado de manera extraordinariamente precisa". Cuando los creyentes leen y meditan la primera parte de 1 Corintios 15, enfatiza que pueden asimilar que la resurrección que creemos no es en vano, sino un suceso histórico que realmente aconteció. El hecho de que Pablo repita la expresión "conforme a las Escrituras" subraya que Jesús cumplió por completo lo anunciado en el Antiguo Testamento sobre la muerte y la resurrección del Mesías. Como resultado, la Iglesia y los creyentes pueden aferrarse con firmeza a esta primera etapa: "Cristo verdaderamente resucitó".
Segunda etapa: "La resurrección de los muertos", descrita en 1 Corintios 15:12-34.
Aquí, Pablo plantea la lógica: "Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó; y si él no resucitó, entonces nuestra predicación sería vana y también vuestra fe". Cuando en la Iglesia surgió la controversia de "la imposibilidad de la resurrección de los muertos", Pablo la refuta con claridad y explica la necesidad de la resurrección. "Si el Señor ha resucitado, es indudable que nosotros, los que creemos, también resucitaremos. De lo contrario, nuestra misma fe se desmoronaría". Y con una detallada y profunda explicación acerca de la "resurrección de los muertos", confirma que la resurrección también es otorgada a los creyentes.
El pastor David Jang enfatiza este pasaje, señalando que "incluso hoy día mucha gente se sigue preguntando: '¿Cómo es que nuestro cuerpo muerto volverá a la vida?' '¿Podemos nosotros participar en la resurrección igual que Jesús?' y Pablo da una respuesta clara a estas cuestiones". A lo largo de la historia de la Iglesia, muchas personas han llegado a forjar su escatología y su visión de la resurrección cristiana tras leer y meditar detenidamente 1 Corintios 15. Este capítulo rompe con la visión nihilista de que después de la muerte no hay nada, y nos recuerda que "como Cristo resucitó, nosotros también poseemos la esperanza de la resurrección", lo que se convierte en el cimiento de la fe.
Tercera etapa: El "cuerpo resucitado" descrito en 1 Corintios 15:35-58.
Pablo responde a la pregunta "¿Cómo vuelve la vida a los que han muerto?" explicando un "cambio de estado" o "transformación de la forma" (Change of State). De la misma manera que una oruga pasa por la etapa de crisálida y se convierte en mariposa, o como un grano de trigo que cae a tierra y muere para después brotar, la resurrección se describe a partir de ese principio. "Así como os dais cuenta de los cambios que ocurren en la naturaleza, de la misma forma, el cuerpo de quienes mueran en Cristo se transformará finalmente en un 'cuerpo glorioso', un 'cuerpo espiritual'". El pastor David Jang comenta que es "casi como si Pablo reprendiera enérgicamente a aquellos que no creen en la 'resurrección del cuerpo', preguntándoles por qué no lo entienden". Y subraya que la Biblia nos presenta la muerte como el inicio de algo nuevo.
Basado en el versículo "Se siembra cuerpo natural, resucitará cuerpo espiritual" (1 Co 15:44), Pablo concluye que, así como Cristo recibió un "cuerpo glorioso" cuando resucitó de entre los muertos, nosotros también seguiremos al Señor en Su resurrección. Este mensaje infunde una santa esperanza y expectativa a quienes tienen fe en la resurrección. El pastor David Jang resume que "1 Corintios 15 presenta de forma tan clara la enseñanza de que Jesús es las primicias, y que después nosotros también resucitaremos para una vida nueva y gloriosa; Pablo lo expone con una nitidez tal que no necesita más explicación".
De este modo, todo el capítulo de 1 Corintios 15 gira en torno a la gran estructura "la resurrección de Cristo → la resurrección del cuerpo", constituyendo uno de los pilares esenciales de la doctrina cristiana. Desde la Iglesia primitiva hasta la Iglesia moderna, este capítulo ha sido citado siempre que se enseña la fe en la resurrección. En particular, el pastor David Jang recalca con énfasis: "La enseñanza de estas tres etapas de la resurrección que Pablo expone es el fundamento de nuestra fe y cumple un rol central para que la Iglesia se aferre al verdadero evangelio".
Por otra parte, en los Evangelios (Mateo 28, Marcos 16, Lucas 24, y Juan 20) se registra de forma detallada la escena de la resurrección de Jesús. Estos libros invitan a sus lectores a creer en la resurrección basándose en la "narración histórica" de que Jesús volvió de la muerte y se apareció a Sus discípulos, así como en el "testimonio de los testigos". Especialmente, en Juan 20, tras aparecerse sucesivamente a María Magdalena, a Pedro y a Juan, Jesús se presenta por último a Tomás, diciéndole: "Bienaventurados los que no vieron, y creyeron". Este pasaje desempeña un papel importante en la proclamación de la fe en la resurrección en la Iglesia actual.
Así como Tomás, que era muy incrédulo y dijo que "si no metía su dedo en la marca de los clavos y su mano en el costado" no creería, algunos creyentes tienen dificultades para aceptar el misterio de la resurrección. Pero el Señor calmó sus dudas mostrándole Su cuerpo, y proclamó: "¿Porque me has visto, creíste? Bienaventurados los que no vieron, y creyeron". Los autores de los Evangelios señalan que este es "el núcleo del evangelio que la Iglesia debe predicar". Hoy día, la Iglesia debe proclamar el mismo mensaje: "Aférrense a este hecho histórico. ¿Dónde encontrarían una prueba más clara?" según las palabras del pastor David Jang.
Seguidamente, Juan 20:30-31 expone el propósito principal del relato del Evangelio: "Hizo además Jesús, en presencia de sus discípulos, muchas otras señales que no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre". Esto muestra que el Evangelio, más allá de ser una simple enumeración de datos históricos o una biografía, pone el enfoque en la "vida" que se otorga a través de Jesucristo.
Sin embargo, el Evangelio de Juan no termina en el capítulo 20, sino que tiene un capítulo adicional: el capítulo 21. Tradicionalmente, se ha interpretado Juan 21 como un "epílogo" o "apéndice", debido a que el propósito de este Evangelio parece haberse concluido en Juan 20:30-31. Sobre esto, el pastor David Jang plantea la cuestión: "¿Por qué se añadió el capítulo 21 del Evangelio de Juan como un apéndice?" A fin de explicar este interrogante, relaciona la escatología, la historia de la Iglesia primitiva y la espera de la segunda venida del Señor, entre otros aspectos.
2. El significado de Juan 21 y la misión de la Iglesia de "apacienta mis ovejas"
El pastor David Jang explica que Juan 21 fue escrito para "mostrar claramente cómo debe vivir la Iglesia en la historia, después de la resurrección y ascensión del Señor". En Juan 20 ya se ha testificado suficientemente la resurrección, y el propósito de la Escritura, "para que creáis y tengáis vida en Su nombre", también ha quedado claro. No obstante, ¿por qué razón se añadió un capítulo más?
Para empezar, Juan 21:1 dice: "Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera". Y en el versículo 2 se ve que Simón Pedro, Tomás, Natanael, los hijos de Zebedeo (Jacobo y Juan) y otros discípulos, en total siete, estaban reunidos. En el capítulo 20 aparecen los once discípulos, pero en este capítulo 21 se describe a siete en concreto. Según el pastor David Jang, los Evangelios se expresan con un "lenguaje figurado" para transmitir mensajes teológicos. Cada escena refleja de manera simbólica la situación de la Iglesia.
Aunque los discípulos habían presenciado la resurrección del Señor, se encontraban confusos. Es posible que, si bien sabían que Jesús había resucitado, no tuvieran aún claro cómo debían vivir a partir de entonces. Y tras la ascensión de Jesús, tal vez sintieran miedo o incertidumbre al no tenerlo físicamente presente. Por ello, cuando Pedro propone: "Voy a pescar" (Jn 21:3), los demás discípulos lo siguen al mar de Galilea. Sin embargo, a pesar de pasar la noche pescando, no logran atrapar nada.
Fue entonces, al amanecer, cuando Jesús resucitado se presentó ante ellos, pero al principio no lo reconocieron (v.4). Cuando él les preguntó: "Hijitos, ¿tenéis algo de comer?" (v.5), ellos contestaron: "No". El término "Hijitos (Children)" llama la atención, ya que puede considerarse un símbolo de su estado espiritual, aún inmaduro y confuso, como "niños" que no habían alcanzado la madurez.
No obstante, cuando Jesús les dice: "Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis" (v.6), obedecen sin dudar, y la red se llena de tantos peces que no la podían sacar. Esto recuerda a Lucas 5, donde Jesús les dijo: "Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar". El pastor David Jang recalca que esta escena representa "cuál es la misión de la Iglesia después de la resurrección". Cuando el Señor llamó inicialmente a los discípulos, les dijo: "Os haré pescadores de hombres" (Mt 4:19). Esto es fundamental.
Por ende, como "pescadores de hombres", los discípulos -y hoy la Iglesia- deben "anunciar el evangelio hasta los confines de la tierra", llevando el mensaje de salvación del Señor a todas las naciones. "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (Mt 24:14). De otro lado, el hecho de que, a pesar de la gran cantidad de peces, la red no se rompió (Jn 21:11) ha sido interpretado en un sentido "universal y abarcador": "Aun si el evangelio acoge a una multitud inmensa de personas en todo el mundo, la red no se rompe". La extraordinaria obra de conversión y unidad se sostiene por el poder de Dios, y nada puede quebrantarla.
El pastor David Jang menciona que muchos teólogos a lo largo de la historia han tratado de desentrañar el significado del número 153 (la cantidad de peces) citado en Juan 21:11. Desde la época del padre de la Iglesia Agustín, este número ha sido considerado una especie de "número mágico" sobre el que se han hecho muchas especulaciones. Con el tiempo, a medida que se han descubierto la pluralidad de etnias, tribus y especies animales en el mundo, algunos intérpretes han sostenido que "153 simboliza a toda la humanidad y toda la creación". Según esta teoría, el apóstol Juan registra ese número con exactitud para destacar "la proyección universal de la predicación del evangelio" y la "red que no se rompe" por el poder de Dios.
En la escena posterior, Jesús resucitado invita a los discípulos a "venid y comed", y ya había brasas puestas, con pescado encima y pan (Jn 21:9-12). Esto muestra metafóricamente que "el Señor ya ha provisto todo lo que necesitamos y nos alimenta y cuida", y también evoca la celebración de la Cena del Señor tras la última Cena, práctica que la Iglesia debe continuar. El pastor David Jang subraya que en Juan 18:18, cuando Pedro niega tres veces al Señor, también se menciona una hoguera de carbón ("brasas"). El que ahora aparezca el mismo detalle en Juan 21 apunta simbólicamente a que el Señor, resucitado, restaura a Pedro en el mismo lugar de su vergüenza y de su fracaso.
Jesús ya tenía pan y pescado listos, pero igualmente les pide: "Traed de los peces que acabáis de pescar" (Jn 21:10). Esto enseña que la Iglesia, después de haber pescado personas en el mundo mediante la evangelización, las lleva al Señor, y allí, en la "mesa que él ya ha preparado", se establece una comunión completa. Según explica el pastor David Jang, "la misión de la Iglesia se cumple cuando, obedeciendo la palabra del Señor, echamos la red para pescar hombres y los traemos al Señor. Y entonces él, que ya está preparado con pan y pescado, nos hace partícipes de Su mesa y de la comunión".
A continuación, en el versículo 15 en adelante, se produce el famoso diálogo entre Jesús y Pedro, donde el Señor le pregunta: "¿Me amas?". Tres veces le plantea esa pregunta, y tres veces Pedro responde: "Sí, Señor; tú sabes que te amo". Y Jesús le ordena: "Apacienta mis corderos", "Pastorea mis ovejas", "Apacienta mis ovejas" (Jn 21:15-17). Aquí, el pastor David Jang remarca la gran responsabilidad que recibe la Iglesia.
Una de las razones de ser de la Iglesia es la evangelización; la otra es el "pastoreo". Por un lado, se sale al mundo para "pescar" a quienes aún no conocen al Señor; por el otro, se cuida y se nutre a las "ovejitas" que ya están dentro de la comunidad de fe. A través de Pedro, se da a la Iglesia el mandato: "Alimenta mis ovejas". Es decir, "Si dices que me amas, debes servir con amor y dedicación a mi rebaño".
El proceso en el que Pedro, que había negado al Señor tres veces, ahora se ve restaurado ante el mismo Señor resucitado mediante una triple confesión, se ha convertido en un gran símbolo en la historia de la Iglesia. Manifiesta la esencia del evangelio: "El Señor restaura incluso a aquel que fracasó y lo traicionó". Al mismo tiempo, este diálogo se convirtió en el fundamento para la forma en que la Iglesia se edifica y nombra a sus líderes. Pastores, ancianos, maestros y demás autoridades eclesiásticas no sólo deben "administrar la organización o planificar eventos", sino ejercer el verdadero "pastoreo" con un corazón que ama de verdad al Señor. El pastor David Jang hace hincapié en esta idea por considerarla esencial.
Posteriormente, en la parte final de Juan 21, Pedro pregunta: "Señor, ¿y qué de éste? (refiriéndose a Juan)", y Jesús le responde: "Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú" (Jn 21:22). A menudo surgen debates en la Iglesia sobre "¿cuándo volverá el Señor?" o "¿qué sucederá con esta persona? ¿No morirá hasta la segunda venida?". La Iglesia primitiva esperaba una venida inminente de Cristo, pero con el paso del tiempo surgieron dudas: "¿Por qué el Señor no regresa?" y esto dio pie a discusiones. En la comunidad joánica también se esparció el rumor de que "este discípulo (Juan) no morirá".
Pero Jesús dice: "Eso no te corresponde a ti; tú sígueme". En otras palabras, en vez de debatir sobre el tiempo y la forma de la segunda venida, lo primordial para la Iglesia es "apacentar las ovejas con amor al Señor, anunciar el evangelio y cuidarse unos a otros". ésta es la razón última por la cual, según el pastor David Jang, Juan 21 se añadió como un apéndice.
Es decir, en el Evangelio de Juan, el capítulo 20 ya había concluido el testimonio de la resurrección, pero el capítulo 21 describe cómo la comunidad eclesial debe llevar a cabo su misión en este mundo. A través de la historia de los discípulos que "volvieron al mar de Galilea", muestra con detalle la tarea evangelizadora, y con la historia sobre la segunda venida y la longevidad de Juan enseña cómo no dejarse confundir por especulaciones escatológicas, sino centrarse en el mandato: "Sígueme". Es así como el Evangelio culmina: "Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir" (Jn 21:25). Este versículo final declara la grandeza sin límites de la obra del Señor.
Por tanto, todo Juan 21 nos enseña que "la Iglesia y los creyentes que creen en la resurrección del Señor deben vivir cumpliendo el mandato del Señor de llevar el evangelio al mundo, alimentar y cuidar a las ovejas y no enredarse en controversias sin fin sobre la segunda venida, sino seguir a Jesús". El pastor David Jang insiste en que este mensaje, tan patente en Juan 21, es una enseñanza que debemos aferrar especialmente en Pascua. La Iglesia debe manifestar de manera concreta su amor al Señor a través de tres prácticas vitales: la evangelización (misiones), la adoración (sacramentos) y el pastoreo (cuidado mutuo).
- Evangelización (misiones): Como "pescadores de hombres", se ha de predicar el evangelio por todo el mundo. La Iglesia existe, en parte, para llevar el mensaje de salvación del Señor a nuestra comunidad, a nuestra sociedad y a las naciones más lejanas. Tal como cuando el Señor ordenó "echad la red a la derecha de la barca", la obediencia a Su Palabra nos lleva a proclamar el evangelio "a tiempo y fuera de tiempo". Así como un grano de trigo muere para después producir abundante fruto, es la misión de la Iglesia.
- Adoración (sacramentos): Así como el Señor les dio de comer pan y pescado ya preparados, la Iglesia celebra la Cena del Señor, recordando con el pan y el vino la carne y la sangre de Cristo. En este rito sagrado, la comunidad revive la unión con el Señor y la comunión entre sus miembros. El pastor David Jang acostumbra usar la frase "la mesa que el Señor preparó", haciendo hincapié en que la Iglesia reaviva el amor y el sacrificio de Cristo a través de la Cena.
- Pastoreo (cuidado mutuo): Siguiendo el mandato "apacienta mis ovejas", la Iglesia está llamada a atender con amor a quienes ya son parte de la comunidad y a los que se añaden a ella. Pedro, que una vez negó al Señor, fue restaurado y recibió esta misión pastoral. Del mismo modo, la Iglesia debe "amarse unos a otros" y apoyar en la fe a los miembros más frágiles, edificándolos con la Palabra y la oración. Este pastoreo es una prueba tangible de nuestro amor hacia el Señor.
El pastor David Jang subraya una y otra vez que la motivación esencial que atraviesa todo este proceso es "amar al Señor". Que le respondamos a Su pregunta: "¿Me amas?" con un genuino "Señor, Tú lo sabes, Tú conoces que te amo" no sólo con palabras, sino con una vida de obediencia y entrega. A lo largo de la historia, muchos de nuestros antecesores en la fe sufrieron persecuciones y aflicciones, pero nunca dejaron de predicar el evangelio y cuidar a los hermanos. En última instancia, todo se debía a que "amaban al Señor".
A esto se suma la perspectiva escatológica. En la Iglesia primitiva, se creía firmemente que el Señor volvería pronto, pero con el paso del tiempo surgen toda clase de conjeturas y controversias. En la Iglesia de Tesalónica, por ejemplo, había quienes decían "el día del Señor ya llegó" o "si el Señor vendrá pronto, ¿para qué trabajar?". Pablo aclara en 2 Tesalonicenses que antes de la venida del Señor, "el hombre de pecado" debía manifestarse y sucederían ciertas cosas; por tanto, exhorta a la Iglesia a no dejar de trabajar ni de vivir responsablemente: "Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma".
De la misma forma, en Juan 21 se propagó la idea de que "Juan no morirá hasta la segunda venida del Señor", pero el Señor reprende ese tipo de especulaciones diciendo: "Aunque yo quiera que él se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa a ti? Sígueme tú". Es decir, más importante que la discusión sobre el modo y el momento de la segunda venida es dedicarse a la misión confiada a la Iglesia, en plena obediencia a la voz: "Sígueme". Esa es la tarea que la Iglesia debe cumplir desde la Pascua hasta la venida del Señor.
En su sermón de Pascua, el pastor David Jang insiste: "La Iglesia siempre debe estar edificada sobre la fe en la resurrección y esforzarse en la evangelización, la adoración y la mutua edificación hasta el fin del mundo". Añade que todo ello surge de "amar al Señor". Los creyentes que se aferran a la resurrección del Señor, sabiendo que él camina con nosotros y que hemos de esperar Su venida, pueden seguir viviendo con fidelidad incluso en medio de dificultades y tensiones entre "lo que ya es" y "lo que todavía no ha llegado". Porque Jesús declaró: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra" y prometió: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mt 28:18-20).
El capítulo 21 del Evangelio de Juan muestra de forma condensada cómo ha de vivir la Iglesia. Mientras los demás capítulos describen los milagros y enseñanzas del Señor, Su pasión, muerte y resurrección con todo detalle, el capítulo 21 parte de "discípulos que, aun habiendo visto al Señor resucitado, no sabían qué camino tomar". A través de la escena de la pesca abundante, se ilustra la visión de la misión; a través de la hoguera de carbón con pan y pescado se recuerda la Cena y la adoración; a través del triple diálogo "¿Me amas?" y "apacienta mis ovejas" se señala la responsabilidad de pastorear; y, finalmente, con "¿qué será de Juan?" se representa la actitud que la Iglesia debe tomar frente a la escatología y la segunda venida de Cristo. Todo se conecta de manera orgánica para mostrarnos "cómo la Iglesia, que tiene fe en la resurrección, ha de manifestar el reino de Dios en el mundo y esperar Su regreso".
Así, el pastor David Jang vincula 1 Corintios 15 y Juan 21 para predicar sobre la "fe en la resurrección y la práctica eclesial". 1 Corintios 15 es un texto que sistematiza la doctrina de la resurrección de forma teológica, mientras que Juan 21 representa la vivencia concreta de la comunidad de fe tras la ascensión del Señor. Al estudiar ambos, comprendemos no sólo cómo la resurrección se yergue como fundamento inquebrantable de la fe, sino también cómo esta verdad debería fructificar en la historia real.
Cada vez que la Iglesia celebra la Pascua, no ha de limitarse a "recordar la resurrección de Jesús", sino que debe renovar el compromiso de "participar de la vida de la resurrección y cumplir nuestra misión en el mundo". Y esta determinación se aplica también a la vida cotidiana de cada creyente. En el trabajo, en el hogar o en las relaciones interpersonales, se puede obedecer al Señor "echando la red" con pasión evangelizadora, podemos disfrutar de Su gracia a través de la comunión y la adoración -donde él nos "da de comer" y nos cuida- y podemos, asimismo, "pastorear" a los hermanos más vulnerables en la fe. De esta forma, con toda nuestra existencia, probamos la verdad de la confesión: "Señor, Tú sabes que te amo".
Según el pastor David Jang, la Iglesia debe servir constantemente al mundo con una fe fundamentada en la resurrección y, ante la espera de la segunda venida, no debe dejarse llevar por conflictos o confusión, sino mantener el enfoque en la orden: "Tú, sígueme". Confiados en el Señor resucitado, con la vida eterna que él nos ha dado, anunciamos y compartimos esa vida, nos servimos unos a otros, y le ofrecemos adoración y alabanza dignas. Ese es el mensaje final de Juan 21.
"Apacienta mis ovejas" es un mandato sagrado para todos los creyentes que confiesan amar al Señor, y se erige como un rasgo esencial que caracteriza a la Iglesia auténtica. Siguiendo este mandato, experimentamos la transformación de nuestras vidas por la acción del Espíritu Santo. Quien cree en la resurrección ya no está atado a la muerte, y avanza con esperanza a pesar de las muchas dificultades del mundo. El pastor David Jang expresa: "Después de la Pascua, sólo hay una cosa por hacer: ser fieles a la tarea que el Señor nos ha confiado, recordando que él, a quien amamos, ya tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra. Y mientras esperamos Su regreso, vivamos arraigados en Juan 21, echando las redes y alimentando a Sus ovejas".
Así se extiende a la Iglesia la misma invitación y exhortación, una y otra vez, en cada celebración de Pascua: escuchar la voz del Señor que pregunta "¿Tenéis algo de comer?", obedecer Su orden "Apacienta mis ovejas" y expresar día tras día el amor que le profesamos con nuestra propia vida. Esta es la manera de asir verdaderamente la fe en la resurrección. El pastor David Jang insta a todos los creyentes y a la comunidad de fe a recorrer este camino, asegurando que en este proceso la alegría y la esperanza de la resurrección se derramarán abundantemente.
















