
1. El Aposento Alto de Marcos en Jerusalén
El pastor David Jang enfatiza que, en Hechos capítulo 1, cuando Jesús se apareció a los discípulos con muchas pruebas después de resucitar y durante 40 días les enseñó sobre el reino de Dios, esto cobra gran importancia al estar a la espera del día de Pentecostés (la venida del Espíritu Santo). Hechos 1 marca el inicio de la obra del Espíritu Santo y la formación de la base de la Iglesia; por ello, sostiene que debemos prestar atención a lo que sucede en Jerusalén y en el Aposento Alto de Marcos.
Según Hechos 1:3, Jesús, después de haber padecido y muerto, se presentó vivo a los discípulos con "muchas pruebas indubitables" de Su resurrección, y durante 40 días habló acerca del reino de Dios. Este período fue crucial para que los discípulos superaran la desesperanza y la incredulidad, y para que la soberanía y el poder de Jesús, confirmados mediante la resurrección, arraigaran en ellos. El pastor David Jang ha subrayado repetidamente cuán valiosos fueron esos 40 días. Si Jesús no les hubiera explicado personalmente los elementos centrales del "reino de Dios" y la pronta venida del Espíritu Santo, tal vez los discípulos habrían considerado la resurrección de Jesús simplemente como un "suceso milagroso" y nada más.
No obstante, Jesús reordenó a Sus discípulos y les mandó: "No os alejéis de Jerusalén, sino esperad la promesa del Padre, la cual oísteis de Mí" (ref. Hech. 1:4). Como resultado, los discípulos regresaron a Jerusalén y se reunieron en el "Aposento Alto de Marcos". Fue una decisión clave para vencer cualquier temor que aún pudiese estar latente en su interior. Volver a reunirse en Jerusalén, colmada aún de peligro y amenazas, no solo implicaba confrontar el "fracaso" de haberse dispersado cuando Cristo padeció, sino también asumir la determinación espiritual de no retroceder ante ninguna amenaza futura.
La lectura de la escena en la que Jesús es apresado en los Evangelios (especialmente en Mateo 26, Marcos 14, Lucas 22 y Juan 18) revela vívidamente el miedo y la confusión que sufrieron los discípulos. Cuando los soldados romanos y la guardia del templo llegaron armados para arrestar a Jesús, los discípulos huyeron. El mismo Pedro negó tres veces al Señor. Pero tras la resurrección de Jesús, los discípulos se fortalecieron con la fe en la resurrección y finalmente volvieron a Jerusalén. El pastor David Jang señala que aquí es donde se advierte el gran poder de la fe en la resurrección: quienes antes habían huido a Galilea tras la muerte del Maestro, ahora se congregan de nuevo en medio de Jerusalén para orar, y el "Aposento Alto de Marcos" es el núcleo de esta reunión.
El Aposento Alto de Marcos ya aparece mencionado en los Evangelios como un lugar de relevancia. Tradicionalmente se ha considerado el sitio donde Jesús celebró la "Última Cena" con Sus discípulos y posee, además, un simbolismo de "espacio reservado" que sirvió como plataforma para el surgimiento de la Iglesia primitiva. En Hechos 1:13-14 se indica que los discípulos se reunían allí y se dedicaban constantemente a la oración. Ahora entendían en carne propia la exhortación que Jesús les había dado en vida: "Velad y orad". Con un anhelo profundo esperaban Pentecostés. Aunque el Aposento Alto les brindaba cierta seguridad ante la persecución y la hostilidad de los líderes religiosos de la época, también prevalecía una tensión continua, pues podían enfrentar en cualquier momento una situación peligrosa. El pastor David Jang ha recalcado en repetidas ocasiones cuán crucial es la fe que se aferra a Dios en medio del "temor y la tensión" y la esperanza en la promesa del Espíritu Santo.
La fe en la resurrección no consiste en enfocarse únicamente en el hecho asombroso de que "Jesús volvió de la muerte", sino en que ese hecho nos lleva a la certeza de que "el poder del reino de Dios está verdaderamente presente". A través de la resurrección de Jesús, los discípulos confirmaron que Él era en realidad el Hijo de Dios y experimentaron en carne propia que Sus palabras no eran falsas ni vanas. Al mismo tiempo, aprendieron que aunque Jesús partiera, enviaría al "Consolador, el Espíritu Santo" para guiar a la Iglesia con el mismo poder y amor. Por eso decidieron quedarse en Jerusalén, reunidos en el Aposento Alto de Marcos, perseverando en la oración.
Para el pastor David Jang, el "Aposento Alto de Marcos" se convierte, pues, en el "punto de partida" de la Iglesia. Antes de que la Iglesia se expandiera abiertamente desde Jerusalén, encontramos a 120 creyentes orando en este humilde aposento y esperando la venida del Espíritu prometido, la cual se manifiesta en el acontecimiento de Pentecostés de Hechos 2. La historia del cristianismo se propagó rápidamente a partir de este Aposento Alto de Marcos. Después de recibir el Espíritu Santo, los discípulos -quienes antes habían sido pescadores anónimos y publicanos- proclamaron un Evangelio que encendió los corazones de las personas. Tras el sermón de Pedro, 3.000 personas se convirtieron y, más tarde, otras 5.000 se arrepintieron (Hech. 2:41; 4:4). Esto fue el resultado de poner en práctica de manera concreta las palabras de Jesús: "Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo" (Mateo 5:13-14).
El libro de los Hechos se titula en inglés "The Acts of the Apostles". Sin embargo, el pastor David Jang suele recalcar que resulta más apropiado leerlo, no como un registro de "las obras de los apóstoles", sino como la "aparición y manifestación del Espíritu Santo". Es decir, no era poder de los discípulos, sino el poder del Espíritu Santo, enviado tras la resurrección de Jesús, lo que impulsó el inicio y expansión de la Iglesia. De ahí que, al leer Hechos, los creyentes atestigüen la obra de Dios, que supera las capacidades humanas, y ese primer escenario se encuentra en el "Aposento Alto de Marcos, en Jerusalén".
El pastor David Jang subraya que esta enseñanza aplica de igual forma a la Iglesia contemporánea. El que una iglesia tenga un gran edificio y abundantes finanzas no garantiza su crecimiento; ni el hecho de que sus líderes posean poder o conocimientos mundanos asegura la salvación de las almas. Lo fundamental es que se recupere la "esencia", que consiste en creer vividamente en la muerte y resurrección de Jesús y pedir el poder del Espíritu Santo, tal como nos instruye Pablo: "Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación" (Romanos 10:10). Esa "esencia" era, para la Iglesia primitiva, el Aposento Alto.
Este Aposento Alto fue testigo del terror de la noche en que Jesús fue arrestado, de la traición de los discípulos, de su fracaso y de la angustia por la posibilidad de volver a ser apresados. Pero también fue el lugar donde confirmaron juntos el testimonio de la resurrección de Jesús y se unieron en la decisión de: "Regresemos a Jerusalén y comencemos de nuevo". En el momento en que el Espíritu Santo descendió, ese lugar cerrado y lleno de miedo fue completamente transformado en un centro de donde brotó un movimiento evangélico tan dinámico que llegó a revolucionar el mundo. De este modo, el Aposento Alto se convirtió en un símbolo que nos recuerda los "orígenes" de la Iglesia.
El pastor David Jang afirma a menudo que la Iglesia de hoy debe "recuperar la espiritualidad del Aposento Alto". Dicha espiritualidad implica una actitud de "velar en oración y aferrarse a la Palabra". Observando simbólicamente Jerusalén y el Aposento Alto de Marcos, vemos que, a pesar de ser un lugar cargado del miedo humano, terminó convirtiéndose en la "puerta que se abre al cielo". Asimismo, en la actualidad, ya sea en la vida individual de los creyentes o en la comunidad eclesiástica, si después de enfrentar numerosos fracasos y desánimos volvemos a abrazar la fe en la resurrección y oramos intensamente ante Dios, podremos contemplar las obras maravillosas del Espíritu Santo.
Además, el pastor David Jang comenta con frecuencia que se debe interpretar de forma conjunta el espacio de "temor sagrado" que simboliza Jerusalén y el espacio de "oración en libertad" que simboliza el Monte de los Olivos (Getsemaní). Los discípulos oraron con Jesús en el Monte de los Olivos, y desde allí Él ascendió al cielo. Pero donde verdaderamente se reunieron y oraron como un solo cuerpo fue en el Aposento Alto, dentro de Jerusalén. En otras palabras, la realidad abrumadora de Jerusalén y la fe que contempla la promesa divina (el Monte de los Olivos) se fusionan para que la fe en la resurrección se traduzca en vida práctica. Por muy grande que sea la gracia experimentada en el Monte de los Olivos, es imprescindible regresar a Jerusalén para conformar la comunidad unida y orante. Ese punto de partida, el Aposento Alto de Marcos, se erige como un modelo histórico y espiritual de cómo la Iglesia debe unirse y con qué corazón ha de invocar al Espíritu Santo.
El pastor David Jang también enfatiza repetidamente que la historia descrita no se cerró como "un incidente del pasado", sino que continúa repitiéndose hoy en día. Cada persona puede tener su propio "Aposento Alto de Marcos". En cada iglesia, o incluso en la vida de cada individuo, puede llegar el momento de crisis e incertidumbre en el que, en vez de huir, volvemos a "Jerusalén" para orar y clamar por el Espíritu Santo. Lo esencial es darse cuenta de que la resurrección de Jesús no fue solo un suceso único, sino que hoy sigue obrando en mí, renovando a la comunidad y perpetuando la visión del reino de Dios con poder. Así como "la Iglesia nació en el Aposento Alto de Marcos en Jerusalén", el "avivamiento de mi fe" también nace de algún modo en un "Aposento Alto".
La resurrección conlleva poder, y la manifestación del Espíritu Santo es la energía central que impulsa a la Iglesia. Este es el mensaje que el pastor David Jang recalca una y otra vez. Y en Hechos 1 contemplamos en conjunto la resurrección de Jesús, Sus enseñanzas durante 40 días, el regreso a Jerusalén y la oración en el Aposento Alto de Marcos. Todos estos elementos convergen para dar paso en Hechos 2 a la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, con lo cual se inicia la increíble expansión del Evangelio a todo el mundo. Por esta razón, el Aposento Alto de Marcos en Jerusalén no se limita a ser un mero edificio o lugar histórico, sino que posee un sentido simbólico espiritual que la Iglesia y los creyentes de hoy necesitan recuperar urgentemente.
2. La elección de Matías
Hechos 1 no solo describe a los discípulos reunidos orando en el Aposento Alto de Marcos, sino que también muestra el proceso para cubrir la vacante que dejó Judas Iscariote, uno de los Doce. Que los discípulos volvieran a ser 12 no era mero capricho numérico, sino que simbolizaba la estructura espiritual que representaba a las 12 tribus de Israel. La traición de Judas Iscariote fue una herida y tragedia imborrable tanto para Jesús como para los discípulos. Sin embargo, dicha traición también estaba prevista en la Escritura y formaba parte del plan divino de salvación (Hech. 1:16-20). Aun así, los discípulos se dieron cuenta de que "esa plaza vacía" debía ser cubierta para que la Iglesia continuara su misión.
Es interesante el método que usaron. En Hechos 1:21-22, Pedro establece: "Conviene, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de Su resurrección". En otras palabras, se requería a alguien que hubiese sido testigo de toda la vida pública de Jesús y que pudiera "dar testimonio de Su resurrección". Finalmente propusieron a dos candidatos (José, llamado Barsabás, apodado Justo, y Matías), y después de orar echaron suertes y salió elegida Matías (Hech. 1:23-26).
El pastor David Jang retoma este pasaje para recalcar la importancia de la "fe en la resurrección". Ser apóstol no se limitaba a divulgar las "enseñanzas" de Jesús, sino que implicaba una misión de atestiguar de manera valiente Su "vida, muerte y resurrección". La norma que enuncia Pedro, "debe ser alguien que pueda testificar la resurrección", subraya la necesidad de que esa persona proclamara con convicción que Jesús es verdaderamente Dios, que murió en la cruz para redimir a los pecadores y que resucitó gloriosamente. Y debía hacerlo sin temor a la atmósfera amenazante de Jerusalén ni a las burlas y persecuciones del mundo.
Antes de que los discípulos comprendieran la resurrección, había dos reacciones principales: unos pensaban "Jesús murió, con esto todo terminó" y se volvieron a sus redes de pesca (como se ve en Juan 21). Otros pocos conservaban una esperanza débil de que "¿acaso el Señor podría resucitar?". Pero cuando Jesús resucitó realmente, se apareció repetidas veces en los 40 días siguientes y les enseñó, comió y bebió con ellos, todo cambió por completo. Según el pastor David Jang, la fe en la resurrección fue precisamente la fuerza que hizo que los discípulos, antes esparcidos por el desánimo, se reunieran de nuevo en Jerusalén.
Sin embargo, uno de los doce, Judas, perdió la autoridad apostólica con su traición y encontró un final trágico. Hechos 1:18-19 describe su muerte. Judas vendió a Jesús por 30 monedas de plata y su final retrata la "maldad humana" en el marco del plan soberano de Dios, un suceso doloroso. El pastor David Jang comenta que el "afán de lucro" y el "deseo político" de Judas se combinaron de tal manera que produjeron un desenlace sumamente destructivo. Cabe la posibilidad de que Judas esperase que Jesús fuera un Mesías político que liberaría a la nación judía del yugo romano, pero con el tiempo, al darse cuenta de que el mensaje de "obediencia y sacrificio" que predicaba Jesús no coincidía con sus expectativas, acabó traicionándolo. Ello lo condujo a la ruina espiritual y fue Matías quien ocupó su lugar.
Con la elección de Matías, la comunidad de discípulos recuperó el número completo de Doce. Esto simboliza que "el reino de Dios vuelve a erigirse de forma firme". Para el pastor David Jang, este pasaje refleja un proceso de "restauración". Jesús había resucitado, los discípulos volvieron a Jerusalén, se congregaron en el Aposento Alto de Marcos para orar y, al reponer la plaza vacante, la Iglesia primitiva recuperó un "orden inquebrantable" que le permitió estar lista para la venida del Espíritu. De no haber tomado esa decisión, tras la ascensión de Jesús podrían haberse multiplicado los desacuerdos entre los discípulos, quizá disputando "quién sería el líder" o generando conflictos tras la traición y muerte de Judas. Sin embargo, a través de la oración y de la Palabra, se aferraron a la fe en la resurrección y eligieron, de manera ordenada y pacífica, a un nuevo apóstol capaz de proclamar esa fe.
Resulta relevante notar que emplearon el método del sorteo. En la cultura judía antigua, echar suertes era una práctica habitual para tomar decisiones importantes, buscando la voluntad de Dios (véase Proverbios 16:33: "La suerte se echa en el regazo; mas de Jehová es la decisión de ella"). El pastor David Jang destaca que no se trataba de mera suerte o probabilidades, sino de una expresión de la confianza de la comunidad creyente en la soberanía de Dios. Ya se habían seleccionado dos personas calificadas (Barsabás y Matías), y la decisión final se dejó en manos de Dios mediante la oración y el sorteo. Cuando Matías fue elegido, los discípulos aceptaron el resultado y lo reconocieron como apóstol. Este acto refleja el "modelo de obediencia" de la Iglesia primitiva y la "esencia del orden" que ha de regir la designación de líderes y la resolución de tensiones dentro de la Iglesia.
El pastor David Jang da un paso más al señalar que el reemplazo de Judas por Matías constituye la primera "tarea comunitaria" y "decisión pública" que tomó la comunidad de los discípulos tras la resurrección de Jesús. Es decir, la fe en la resurrección no se limita a que cada persona declare: "Creo que Jesús ha resucitado", sino que se traduce en una expresión práctica dentro de la Iglesia, "resolviendo nuestras heridas y restaurándonos para retomar un orden y una estructura sólidos". Justo después de esta decisión comunitaria, aconteció la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, descrita en Hechos 2. Esto no es casualidad. El Espíritu de Dios no viene a un lugar lleno de caos y división, sino sobre una comunidad que, a través de la Palabra y la oración, ha confesado sus pecados y buscado el orden. Es un momento histórico que demuestra cómo Dios derrama Su Espíritu cuando la Iglesia está dispuesta y se somete a Su dirección.
Respecto a por qué Matías no aparece con frecuencia en Hechos, el pastor David Jang explica que no se debe a que su labor fuera menos importante, sino a que el foco narrativo de Lucas se centra en Pedro, en los viajes misioneros de Pablo y en el progreso del Evangelio hasta Roma. Matías, a pesar de no figurar tanto, sin duda fue un apóstol que contribuyó a la expansión de la Iglesia primitiva. Sin embargo, el hecho de que fuera elegido como apóstol y de que ocupara el lugar de Judas Iscariote sí quedó registrado para mostrarnos cómo la Iglesia primitiva, basándose en la fe en la resurrección, experimentó una restauración estructural y espiritual vital.
El pastor David Jang aprovecha la elección de Matías para relacionarla con el modo de "establecer líderes" en la Iglesia actual. Al consagrar a alguien como líder (sea pastor, anciano o misionero), no se debe considerar solamente su nivel académico, su experiencia o su oratoria, sino su capacidad de "dar testimonio de la resurrección de Jesús", su convicción en la realidad de la cruz y la resurrección, y su perseverancia en una vida de arrepentimiento y obediencia cimentada en la Palabra. En la Iglesia primitiva se establecieron criterios muy claros: debía ser alguien que hubiera sido testigo de la vida terrenal de Jesús y pudiera atestiguar Su resurrección. Del mismo modo, la Iglesia de hoy, cuando se dispone a escoger un líder, debe reflexionar seriamente sobre la influencia que esa persona ejercerá en la congregación, buscar la dirección del Espíritu Santo y actuar con un corazón ordenado y obediente.
El nombramiento de Matías fue el medio para que la comunidad superara la profunda herida dejada por la traición de Judas. No fue únicamente un acto para "completar el número 12", sino para que la Iglesia quedara definitivamente en pie. Después de la resurrección de Jesús, los discípulos ya se encontraban en un "nuevo tiempo"; oraban en el Aposento Alto de Marcos, aguardaban al Espíritu Santo y comprendían que el "número de los apóstoles" debía completarse. De este modo, a través de la selección de Matías, la Iglesia formó un equipo "totalmente preparado" para recibir al Espíritu Santo en Pentecostés. El pastor David Jang recalca la trascendencia de este proceso como enseñanza para toda la Iglesia: la Iglesia no es una asociación humana cualquiera, sino un pueblo llamado por Dios, en el que cada miembro tiene su razón de ser en el gran plan divino. Por lo tanto, no se debe menospreciar el puesto de nadie; y si alguien cae o se aparta, debemos, en oración, buscar a la persona que Dios ha designado para restaurar ese lugar.
El relato de la elección de Matías en Hechos 1 muestra cómo la Iglesia primitiva superó heridas y carencias internas, y cimentó su nueva estructura sobre la fe en la resurrección. El pastor David Jang lo califica de "sanidad comunitaria" y "piedra angular para la venida del Espíritu Santo". Tras los 40 días de enseñanzas del Señor resucitado y la orden de permanecer en Jerusalén, los discípulos se reunieron en el Aposento Alto y, para colmar el vacío dejado por Judas, eligieron a Matías conforme a la voluntad de Dios; así se engranaron todas las piezas para el comienzo de la nueva era con la venida del Espíritu Santo en Hechos 2.
Para el pastor David Jang, esta secuencia está estrechamente vinculada al gran mandato de Jesús de "predicar el Evangelio hasta el último rincón de la tierra" (La Gran Comisión). Las últimas palabras de Jesús fueron: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (Marcos 16:15). Hechos describe precisamente cómo ese mensaje se difundió desde Jerusalén hasta Roma (Hechos 28). Dentro de ese gran movimiento histórico-salvífico, el Aposento Alto de Marcos y la elección de Matías representan un hito que no puede pasarse por alto. Si los discípulos se hubieran desanimado por la traición de Judas y se hubieran dispersado, o si no hubieran restablecido la estructura de los 12 apóstoles y se hubieran sumido en la desunión, tal vez el impresionante avance misionero que describe Hechos se habría visto seriamente obstaculizado.
En cambio, eligieron la oración en lugar de la división, se aferraron a la fe en la resurrección en vez de desalentarse y, para restaurar el lugar dejado por el caído, escogieron a Matías. Así culminó la "última etapa de preparación" antes de Pentecostés. Por eso Hechos 1 muestra con detalle la formación de la comunidad de la Iglesia primitiva y evidencia por qué la Iglesia debe erigirse "sobre el orden fundamentado en la fe en la resurrección".
El pastor David Jang recalca que el mismo principio debe regir hoy cuando se edifica la Iglesia o se nombra a sus líderes: "¿De dónde proviene la esencia de la Iglesia? Proviene de la fe en la resurrección y de la obra del Espíritu Santo. Y para aceptar plenamente esa obra, se requiere la misma actitud obediente de los discípulos, quienes acataron el mandato de Jesús de permanecer en Jerusalén para orar". Bajo esta perspectiva, la elección de Matías no fue un mero reemplazo apostólico, sino una "decisión firme" que tomó la comunidad ante Dios.
El pastor David Jang añade que, al leer este pasaje de las Escrituras, queda claro que "el reino de Dios jamás se derrumba". Aunque la traición de Judas representó una gravísima crisis, no logró destruir a la Iglesia; al contrario, según el plan de Dios, dio paso a un nuevo apóstol y fortaleció la Iglesia con más solidez. Esto confirma que "la Iglesia no se sostiene en las capacidades humanas, sino sobre la soberanía y el amor de Dios". Aun hoy, frente a escándalos y situaciones que generan desánimo dentro o fuera de la Iglesia, debemos encontrar en este ejemplo de la Iglesia primitiva la sabiduría y el valor para seguir adelante. El poder de Dios transforma incluso los fracasos y las traiciones en un proceso que purifica a Su pueblo y prepara la llegada de un nuevo tiempo bajo la guía del Espíritu Santo.
Así, en Hechos 1 apreciamos de manera más clara el contexto general: cómo en el Aposento Alto de Marcos se gestó la Iglesia, con la fe en la resurrección como eje principal; cómo los discípulos se congregaron para orar; y cómo la elección de Matías restableció el cuerpo de los doce apóstoles, encaminándolos hacia el gran suceso de la venida del Espíritu en Pentecostés (Hechos 2). El pastor David Jang lo recalca: los creyentes que "caminan con el Jesús resucitado, anhelan la manifestación del Espíritu y guardan el orden y la obediencia dentro de la comunidad" son los que logran que la Iglesia cumpla su propósito de ser "luz del mundo" y "conducto del Evangelio".
El Aposento Alto de Marcos en Jerusalén fue el lugar donde la Iglesia primitiva ejercitó concretamente la fe en la resurrección, esperando al Espíritu Santo en un clima de oración y unidad. La elección de Matías marcó el momento en que la comunidad sanó sus heridas internas y quedó lista para la llegada de Pentecostés. Todo ello nos enseña hoy que "la fe en la resurrección no se limita a una confesión individual, sino que se perfecciona en el orden y la determinación de la comunidad de fe". Tal como el pastor David Jang subraya incesantemente, el libro de los Hechos retrata la "manifestación del Espíritu Santo" y cómo el poder de la resurrección de Jesús se plasma en la historia real. Y ese inicio se ubica "en Jerusalén, en el Aposento Alto de Marcos, en el momento en que se restaura la estructura de los 12 apóstoles al elegir a Matías".
De esta manera, el pastor David Jang recalca que la Iglesia primitiva se completó, fundamentada en la fe de la resurrección de Jesús surgida en el Aposento Alto de Marcos de Jerusalén y en la elección de Matías para suplir el puesto dejado por Judas Iscariote. Así confirma el carácter esencial de la Iglesia: "una Iglesia fundamentada en la resurrección y en el Espíritu Santo". Tal verdad sigue vigente 2.000 años después y el pastor insta a que las Iglesias de nuestro tiempo la mantengan y la practiquen con firmeza.
















